El ritmo frenético de la sublevación de los marineros lo reflejaron perfectamente ellos a golpe de tecla, batería y guitarra. Si la pantalla más grande de Madrid proyectaba en 1290 planos el drama de un pueblo que luchaba contra sus opresores, con su música Raisa mostraba el sufrimiento de la clase obrera en esa revuelta de 1905.
Ha sido una de las mejores experiencias que he vivido en mis 21 años. Demasiadas emociones encontradas viendo esta maravillosa película y con los toques de Pink Floyd que tenía la banda sonora en directo. Impresionante, la organización y el buen ambiente que había en el cine. Es escalofriante ver una sala tan grande abarrotada de gente. Repetiría mil veces.
Unos espectadores enfervorizados que, en lugar de levantarse contra sus superiores lo hacen, dos siglos después para aplaudir no solo la proyección de la que fue calificada en Bruselas como la mejor película del mundo. También al ritmo imperturbable de una banda en directo por sacar de cada plano lo mejor y hacer que la sociedad actual aprecie y valore los clásicos de los que muchas veces huyen.
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